Primeras reflexiones sobre el repentismo

Lo dejo como texto de historia personal, las primeras impresiones
de este quehacer, a meses de haber comenzado a improvisar escénicamente la décima
entre los compañeros del Sotavento, algunos tan primerizos o más que yo.

 

1. El rebañito que formamos los pocos que nos "hemos entendido" en estas cuestiones, está consciente de que el ratito escénico es sólo el pretexto que les damos a las instituciones y organizaciones para que paguen los pasajes, hospedaje y alimentos que nos facilitan encontrarnos con cierta frecuencia. Por supuesto, también, cuando podemos, nos juntamos sin viático alguno. Pero esta "paga escénica" nos está dando la oportunidad de "tallerear" más seguido.

2. Lo mejor del encuentro, se da abajo del escenario. Haya o no fandango posterior, invariablemente pasamos la mayor parte del tiempo trovando entre nosotros, y para nuestro particular placer. A veces se acerca algún "mecenas local" que, también por el puro gusto, nos surte de bebidas o comida cuando estamos en el "círculo de trovadores". Hay gente que se acerca a escuchar, algunos músicos también se han arrimado de pronto y, con su instrumento, se entretejen en los versos, trovando con los dedos, a su manera.

3. Lo que he aprendido con este "rebaño" es el protocolo de la trova. Silencio absoluto mientras alguien está construyendo su décima, ninguna interferencia (el "completarle el verso" a alguien, o hacer bromas que interrumpan su fluidez se considera un acto delictivo), total atención cuando la dice, apertura emocional para enlazar, no tu verso, sobre todo tu mente y corazón con el de quien está en turno de palabra. Y todo esto facilita el paso a un estado mental alterno (que es donde yo siento que se estimulan estos "centros neuronales del placer"). Sin este estado, al menos a mí, me sería imposible mantener coherencia en lo que estoy diciendo, al tiempo que pienso en la estructura poética.

4. En la medida en que estoy incrustando esta ¿disciplina? en mi vida, me es más fácil "entrar y salir" de este estado mental. Me doy cuenta de que estoy trovando a diario. Empecé por hacer mis prácticas en silencio, armando mentalmente décimas de lo que veía. El siguiente paso fue decirlas en voz alta, a quien estuviera presente. Pero en la medida en que mis amigos y compañeros de trabajo se han ido "contagiando", algunos me piden décimas así, a quemarropa, y otros más adentrados me "agarran a decimazos" en cuanto ven la oportunidad y, por supuesto, les correspondo. Y estos momentos pueden durar dos décimas... o tres días, jajaja.

5. En una ocasión en Tlacotalpan SamuelAguilera comentó: los mejores versos se los lleva el viento, un año mas tarde pude interpretar eso como que el repentista debe de hacer todo el tiempo la improvisación negándose el gusto de aprenderlas de memoria ,para someter la mente a un mayor esfuerzo aumentando así su capacidad improvisatoria negándose a que descanse en la memoria y quizás allí también se crean redes neuronales en un esfuerzo del cerebro por no pasar apuros aumentado así su nivel en esta disciplina (Mauro Domínguez)

6. El rebañito crece, Y pareciera que el único que no ha sido invitado es el egoísmo. Entre quienes hemos hecho algún trabajo (analítico o práctico) individual en esta materia, reina el espíritu de compartir, acompañado de la valoración del trabajo de los otros.

7. El trabajo escénico, si bien no es la parte más placentera ni creativa, está fungiendo como atajo para ampliar el círculo de valoración de la versada repentista. Ya cada vez menos escucho frases como: -a ver, ahora "improvisen" la de Pedro Malo y Jorge Bueno (créeme que la llegué a escuchar). Y de ahí mismo salen potenciales asistentes a talleres de versificación, formales o informales.

8. El hecho de trabajar las diferentes estructuras poéticas, crea nuevas redes neuronales. Y como se involucra la sensibilidad, intuyo que crea puentes entre los hemisferios (¿será esta la sensación de plenitud que experimento?). No estructura la mente como lo pueden hacer nuestras clases de matemáticas o geometría en la escuela, lo hace de otra manera más humana.

9. Por todo lo que he encontrado en este ámbito, mi "verdad temporal presente" es que, si más gente se involucrara con las estructuras y protocolos del repentismo, el mundo se comunicaría mejor (y eso sí es una panacea). ¿Los trovadores del siglo XII lo habrán sentido así? ¿Será esto otra de las "resonancias" que atraviesan el tiempo?

10. "Debo destacar ante todo la cuestión de la adrenalina, que tanto me asalta desde nuestras sesiones en el Trovador, donde Marconio y tú me iniciaron en esas artes; con el tiempo sé que me he vuelto adicto a dicha adrenalina, que se me manifiesta en ansiedad, aceleración del pulso, calor en el estómago, hormigueo y sudor en pies y manos. Creo que he aprendido a dosificar sus efectos, mas espero que su golpe nunca me abandone cuando se ofrezca trovar." -Raúl Eduardo González.

 

Ana Zarina Palafox Méndez
Julio de 2003

 

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