Soneto lluvioso

Siento el sabor de ríos en la brisa
mientras la lluvia evoca a lontananza,
sugiere el Papaloapan bella alianza
que con furia Santiago formaliza.

Rodeada está de nubes la cornisa
difuminada en niebla cual organza
de donde baja el agua sin tardanza
y, al cosquillear el suelo, suena a risa.

Voy a corresponderles con mi celo
-como dijera Otelo al triste Yago-
aunque su amor me cause otro desvelo.

Del horizonte el gris límite vago
acarician los pájaros al vuelo
en las húmedas fiestas de Santiago.

Ana Zarina Palafox Méndez
Ciudad Lerdo, Julio 2003

 

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