Crónicas de fandangos IV
Ahora fue nuevamente Miguel López, tierra natal de Don Elías Meléndez Núñez y de Lorenzo Sánchez Domínguez "La Bonga", donde la noche nos encontró tocando en un fandango frenta a en ca' Don Chemo, a orillita de Tesechoacán.
Como simepre nos sucede, el mal tiempo amenazaba con arrasar con el Fandango pero nuestra terquedad es más grande que el viento que sopló todo ese día desde el norte y, abajo de un palo de mango, se arrancó La Perra un Siquisirí que borró hasta la más mínima intención del viento de desbaratar la fiesta. Así de poderosa es la música.
Delia, Patricia, Margarita Grande y Margarita Chica, La Negra, Dora y Yolanda; las hijas de Don Chemo, y toda la chamacada bailadora de Miguel López hicieron crujir la madera con su zapateado mientras Don Negro Tadeo enamoraba a todas con los versos de amor con que conquistó a Doña Rosa Pulido un sábado de Gloria de 1944 y que le valieron casarse con ella sólo un año despues del Ciclón del 22 de Septiembre de 1944 que arrasó con su pueblo, La Candelaria, y que casi le costara la vida al permanecer arriba del techo de su casa a la intemperie mientras el mundo que el conocía era arrastrado por la fuerza del Río Tesechoacán
La experiencia, como siempre sucede, es casi imposible de narrar por que nuestra escasamente no da para tanto y el fandango, al fin fiesta, es una serie ininterrumpida de sensaciones. No es lo mismo platicar de lo que se siente tener de un lado a Don Elías, Don Negro, La Bonga y La Perra que, entre todos, suman cerca de 300 años de historias de fandangos, y por el otro lado a Luis, Pipo, Patricia y cerca de 12 chamacos más que, entre todos, no suman ni 200 años por ser tan chamacos todavía. No se puede platicar tampoco lo que se siente ver que generaciones tan distantes en el tiempo y tan cerca en la Cultura, convivan y que la risa de los Viejos se confunda con la de los niños y que, por la Magia del Fandango, durante una noche entera, a orillas de un río todos sean jóvenes otra vez y la música iguale edades y condiciones sociales logrando lo que pocas veces se ve, un grupo de gente unidos y felices
Arturo Barradas Benítez
Noviembre 2003